Muxía y el Camino de Santiago sellan una unión mística y potente. Las etapas que tienen su inicio y su fin en la tierra da Virxe da Barca no son quizás las más conocidas, pero sí que son las que suelen dejar más impresionado al peregrino, porque el paisaje, la espiritualidad cristiana y pagana que envuelven cada paso y el anhelo de llegar a un punto final mental y geográfico marcan un profundo sentimiento de agradecimiento y conciencia en el alma y el recuerdo de quienes deciden ser partícipes de este tramo de Camino.
Muxía forma parte del epílogo del Camino, de esa llegada al confín de la tierra que tiene que ver con ese final figurado que es Fisterra, pero también con la riqueza histórica y paisajística que regalan los 150 kilómetros que transcurren en un triángulo que, quizás, mistifica aún más el misticismo de una ruta que se mueve entre tradiciones cristianas, celtas y románicas.
El muxián Manuel Vilar Álvarez recoge en su obra El Camino al Fin de la Tierra las impresiones y tesis que rodean estas etapas y que, a lo largo de los años, se han convertido en un atractivo y en un recorrido casi obligado para todos aquellos que buscan en el Camino una experiencia vital que permita captar la belleza que ofrecen el conjunto de cultura, religión y paisaje..